Queremos que Revista Labtec. Ensayos sobre indisciplina tecnológica se construya como un espacio para generar discusión pública sobre las tecnologías. Para ello, partimos de la noción de tecnología como un saber hacer, como modos de hacer1.
De esta manera, apostamos por un laboratorio de discusión que explore lugares para construir una conversación que no esté comprometida, necesariamente, con la reproducción masiva de objetos (desde la Revolución Industrial y el Fordismo), o la informática (Tecnologías de la Información y la Comunicación), ya que los elementos discursivos en torno a estos lugares, suelen reivindicar, una y otra vez, ciertas nociones de poder, de conocimiento y de aparatos que responden a relaciones jerárquicas -que implican el dominio de unos sobre otros- así como de genealogías y teleologías de progreso.
Consideramos que la experiencia y conocimientos tecnológicos generados en otros espacios, no necesariamente académicos y al margen de las lógicas de la economía capitalista, fungen un papel importante en el mantenimiento y reproducción de la vida, así como de la relación con el espacio y el mundo, ante problemas como el cambio climático, la violencia y la desigualdad, en el acceso al agua, y otros temas. Lo anterior, hace necesario poner estas experiencias y conocimientos en la discusión pública. Asimismo, creemos primordial crear y mantener espacios para el diálogo interdisciplinario y de saberes, con miras a construir conocimiento y estrategias reticulares que permitan inventar otras tecnologías de lo colectivo; consideramos relevante crear espacios destinados a la discusión.
Comúnmente, la noción corriente de tecnología está ligada al modelo de producción de conocimiento de la Triple Hélice (Universidad, Estado y Empresa), dentro de un escenario de competencia por la más sofisticada innovación entre potencias mundiales; carrera en la que los países de segunda y tercera parecen estar condenados al subdesarrollo. Esta comprensión de la tecnología implica una alfabetización tecnológica, donde las habilidades, conocimientos y la relación con ésta están dictadas a modos de manual, de hacer bien, de hacer correcto, de aprender lo más novedoso, según dictan los corporativos o modelos de progreso internacionales. Aunado a ello, esta idea de progreso responde a una fantasmagoría de futuro, donde éste se torna inalcanzable, agota nuestras experiencias en el presente, demerita los procesos y pone sus esperanzas en futuros utópicos cerrados a la invención, idealiza la eficientización de conceptos como la democracia, además de no ponerlos en cuestión, e inhibe otras formas de relacionarnos con lo tecnológico. Así, esperamos del futuro autos voladores, robots que satisfagan necesidades, prótesis que potencien nuestra inteligencia, fuerza o habilidades; cuerpos modificados que no signifiquen una frontera para la “conciencia humana”, o soportes que permitan almacenarla y cambiar de cuerpo para vivir muchas vidas, admiramos y/o tememos una inteligencia artificial capaz de hacer no sabemos qué cosas. De este modo, salvar la vida queda en manos de los corporativos, de los genios que habitan las universidades, o de la buena voluntad de los gobernantes, denostando el poder de invención desde lo singular y desde la alteridad, restando valor a los procesos y experiencias de las personas, reduciéndolas a simples pasos metodológicos y quitándoles la fuerza que cada uno posee.
Sumado a lo anterior, se entretejen las prácticas de las patentes y de la autoría, es por ello que también nos interesa experimentar dinámicas de creación colectiva a partir de la discusión pública, donde lo creado por todos NO sea capitalizado para la construcción de carreras personales, ya sea en la academia o en la política, entendida como las dinámicas ordinarias de construir candidatos elegibles, sino que ayuden al posicionamiento de temas y debates, donde reconozcamos los aportes de los otros y mantengamos una conversación abierta y en constante transformación, con la intención de procurar autonomías tecnológicas desde y para lo colectivo, y no continuemos reivindicando plataformas y modelos internacionales que no corresponden a las singularidades. No se puede solucionar la integración de las humanidades sin conversación pública, interdisciplinar y de saberes de lo tecnológico; sin procesos de discusión, compartición de experiencias y testimonios, u obviando los procesos.
Revista Labtec es un espacio para construir un discurso que nos permita enfrentar las dinámicas normalizadas de las estructuras de producción relacionadas con el capitalismo, porque decir es hacer. Es un espacio para la experimentación del discurso, de la conversación y de la invención.